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Mostrando entradas de mayo, 2014

Maternidad: el trabajo más difícil del mundo.

Mi hija mayor cumple 20 años. Rebuscando entre mis escritos, tropiezo una y otra vez con la huella de sus pasos: sus primeros garabatos, sus primeras letras, los dibujos dedicados, las notas de adolescente. No he podido evitar la nostalgia, las ganas de abrazar a la niña que fue,  de sentarla en mi regazo, de llenarla de besos, de atender sus miedos, de acompañar sus logros. Recuerdo su infancia como una época muy difícil para mí…en primer lugar, por la depresión que me atravesó cuando su padre decidió marcharse de nuestras vidas. En segundo lugar, por la dificultad de salir adelante sola, sin abuelos, tíos, primos o amigos en un pueblo donde no conocía a nadie, con dos niños pequeños a mi cargo. En aquél momento, la vida consistía en hacer malabarismos: buscar canguros para que se ocuparan de mis hijos por las mañanas,  dejarles a comer en la escuela , rezar porque no enfermaran. Si había de hacer alguna cosa extra, eso significaba más canguros que se ocuparan de ellos…Recu

en-REDados en las redes sociales

Los seres humanos necesitamos sentirnos integrados dentro de un grupo social, como la familia o los amigos. Necesidad de pertenencia  y de recibir  afecto dentro de cada grupo. Esto es lo que hace que sea tan importante para nosotros sabernos acogidos por nuestra familia, por nuestros amigos, por nuestros compañeros de trabajo o de estudios.  Saber que pertenecemos a un colectivo nos ayuda a superar los sentimientos de soledad y alienación y nos conecta con el amor y el reconocimiento. La frustración de esta necesidad fundamental da lugar a desajustes personales y a estados psicopatológicos. Estados que serán difíciles de superar y transitar si no aprendemos a reconocer la emoción primaria que nos embarga,  legitimarla y, desde luego, gestionar su expresión. Reconocer  la emoción primaria es una tarea ardua que requiere mucha conciencia y, a menudo, acompañamiento terapéutico. Es necesario que nos preguntemos cómo vivimos la experiencia de la soledad; a qué sentimientos no