Es difícil mantener la serenidad en medio de un mundo que parece descomponerse, no sin antes ejercer su última violencia sobre nosotros: violencia económica, violencia política. Un mundo sin ética, donde la mentira goza del respaldo de los medios de comunicación y una mayoría prefiere no saber, no escuchar, no ver, no mirar, no sentir. ¿Cuál es el lugar de la conciencia? ¿Cuál su propósito? La conciencia nos vuelve lúcidos, si, y también vulnerables. Nos coloca en el lugar de la acción, y no de la pasividad. Nos hace ser empáticos con el dolor y el sufrimiento, nos indigna la injusticia, el robo, la mentira, la corrupción, nos desespera la impotencia, la destrucción, la muerte atroz, la guerra siempre, la crueldad. Y mucho más ahora, cuando la presencia de la red de la que somos parte se hace tan evidente; internet nos permite vivir conectados a lo social, a lo externo. Y el momento es convulso y difícil, no sólo a nivel local. A veces, lo social es un espejo que amplifica una...