Cuando las personas acuden a terapia no siempre tienen clara su demanda. Lo que sí quieren es cambiar aquello que en su vida no está funcionando como desearían. Enfrentar un proceso de cambio no es rápido, y, muchas veces, los terapeutas nos encontramos con la resistencia del propio cliente. Esta resistencia se expresa de muchas maneras: la persona empieza a fallar a las sesiones, encuentra motivos para no asistir, aparecen prioridades nuevas... En realidad, esta resistencia expresa la lucha que se lleva a acabo en lo más inconsciente del paciente entre su deseo y su miedo al cambio. Podría parecer paradójico temer aquello que nos sana. Sin embargo, muchas son las razones que nos pueden mantener inmóviles. Como dice el refrán "más vale malo conocido que bueno por conocer". Estamos habituados a comportarnos de una forma determinada; la que hemos ido gestando a lo largo de los años de nuestra existencia y que, mejor o peor, nos ha hecho llegar al presente, al ...