Ir al contenido principal

Identidad y desapego


A menudo, cuando nos presentamos ante los demás, hemos de responder a esta pregunta implícita: ¿quién soy?. Llevo unos días poniendo especial atención a las respuestas que damos, ya que me parece curioso todo aquello con lo que nos identificamos.

Yo soy el nombre que me han puesto.
Yo soy el trabajo que realizo
Yo soy mis relaciones
Yo soy mi historia familiar

Y, en el caso de gente que se ha formado o tiene nociones del eneagrama,  yo soy este determinado eneatipo.
Como últimamente  estoy más instalada en el desapego,  empiezo a darme cuenta de que en estas respuestas existe una confusión básica, que  es identificar nuestra persona, nuestro “yo” con nuestra actividad.
Me explico: yo no soy Nuria. Ese es el nombre que llevo puesto y que me distingue, en determinados contextos, de otras mujeres. Es el nombre al que he aprendido a responder y el que figura en mis documentos. Pero no SOY un nombre.
Trabajo como profesora, pero no SOY profesora. Me gano la vida dando clases y, frente a mis alumnos puedo desempeñar el rol de transmitirles , educarles,  desde mi persona y desde mis actitudes . Y a veces, muchas, de mis adolescentes aprendo y recibo innumerables lecciones de vida: acerca de mis emociones, acerca de la humildad, acerca de la curiosidad, acerca de las habilidades sociales.
Me he formado en terapia Gestalt, y llevo unos años estudiando sin cesar cuanto tiene que ver con la psique, las emociones, la formación de la personalidad. Trabajo como terapeuta, y me apasiona este trabajo. Sin embargo, no SOY terapeuta. Cuando estoy frente a otro ser humano, que me muestra su alma, su dolor, su andamiaje para ir por la vida, siento que puedo acompañarle precisamente porque yo también he sido capaz de reconocer y, en ocasiones, cuestionar, mi propio andamiaje. Siento que caminamos un camino juntos; durante un trecho, el necesario para que el otro , aprenda a verse y a escucharse, aprenda a decidir cómo quiere vivir y mostrarse al mundo. Vaya ganando en conciencia y presencia, en definitiva.
No soy un eneatipo; sin duda, los rasgos de mi eneatipo, el 4,  son los mecanismos que yo he aprendido para obtener de la vida lo que necesitaba: amor, atención, cuidados. Pero no SOY solo mis rasgos, entre otras cosas, porque ahora que los conozco, puedo verlos y decidir NO actuarlos.
No SOY la máscara con la que me identifico, no SOY los personajes que me habitan; cada vez más, cuando me detengo; cuando estoy en la vigilia, cuando me siento tranquilamente a no hacer, nace en mi la consciencia de que yo SOY. Simplemente eso:  YO SOY.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Una mirada diferente sobre el TDA (H)

El llamado Trastorno por Déficit de Atención , con hiperactividad (o no), es un problema que alcanza a nuestr@s niñ@s y adolescentes cada vez con más frecuencia. En las aulas, por ejemplo, es fácil encontrarse con niños y adolescentes diagnosticados de hiperactividad y déficit de atención. El niño así diagnosticado presenta un cuadro de falta de atención, impulsividad e hiperactividad, entendida esta como dificultad para estar quieto, con movimientos ansiosos, sin sentido, constantes, habla en exceso, hace ruidos, no acaba las tareas . Sin embargo, para que todo este cuadro sea considerado un trastorno, es necesario que esta conducta se dé no sólo en el ámbito escolar, sino en otros 6 o 7 ámbitos más, como la familia del niño, por ejemplo. El cerebro de un niño está en desarrollo. En su formación hay un 90% de carga experiencial: es decir, de todo lo vivido. Cuando un niño presenta esta conducta hemos de mirar al niño:  su entorno, su familia, sus circunstancias. Y es qu...

Paternidad responsable.

Si deseáis el bien de vuestros hijos, habéis de desear el vuestro. De hecho, si cambiáis, ellos también cambiarán. Pensando en su futuro, olvidadles por un tiempo y pensad en vosotros mismos…Sólo conociéndonos a nosotros mismos podemos ver a los demás G.I Gurdjieff Quizás esta es una de las consignas más difíciles de entender para nosotros, los padres, cuando se trata de educar y acompañar a nuestros hijos. Hemos aprendido a ser padres siendo primero hijos. Y aquello que vivimos en nuestro hogar y lo que recibimos, para bien y para mal, es lo que sabemos hacer. Como padres, nos estrenamos en el mismo momento en que nace nuestro hijo o nuestra hija. En ese momento se inicia una andadura que podemos vivir con mayor o menor responsabilidad, consciencia, deseo, temor, expectativas y a menudo, muchas dudas y confusiones. Nuestros hijos e hijas llegan al mundo sin un manual de instrucciones bajo el brazo. La complejidad del sistema en el que estamos inmersos hace de la cri...

Los adolescentes y sus emociones: material explosivo.

 Son las 8 de la mañana del mes de junio. Por el pasillo del instituto es difícil avanzar: Siempre, por estas épocas, significa un reto entrar en el aula; otro reto más conseguir un poco de silencio para que te escuchen. Todavía me sorprende tanta vitalidad, tanta fuerza. Las chicas se   abrazan y se besan como si hiciera tiempo que no se han visto, otras ya están contándose cientos de cosas, excitadas, riendo, dando gritos. Los chicos van   corriendo entre las mesas, o se agrupan en bandas algo más silenciosas, alrededor de los móviles. Algunos, los de 14 o 15, ya están con las chicas... puedo ver cuál de ellas lidera el grupo, cómo lo hace. Les indico que hemos de entrar en el aula: algunos se muestran irritados en extremo; otros, se muestran totalmente apáticos. La chica que lideraba el grupito se gira hacia mi y me dice, con un tono de voz alto y un pelín insolente: “ ¿es que no ves que estamos hablando de nuestras cosas?”. Hace 25 años, esta respuesta me hubie...